Escritura Diaria y Guía de Oración
Semana de Oración para la Unidad Cristiana 2005
Día 1, Llamados a La Madurez Espiritual (1Corintios 3:1-4).
Escritura
Oseas 2:21-25, Diré a "No-mi-pueblo": Tú "Mi Pueblo."
Salmo 24, ¿Quién subirá al monte de Yahveh?
Colosenses 1:25-28, El misterio escondido desde siglos.
Juan 15:1-8, Yo soy la vid; vosotros los sarmientos.
Meditación
En su primera carta a la iglesia de Corinto, donde desarrolló un
papel importante y puso los fundamentos de la fe, Pablo llama
fervorosamente a los corintios a la madurez espiritual. Alaba los dones
que Dios concedió a esta comunidad, pero al mismo tiempo menciona los
rumores de división que le llegaron: Yo soy de Pablo, yo soy
de Apolo, yo soy de Cefas. Pablo pregunta de manera directa:
¿Cristo está dividido? En el Antiguo Testamento existe una
tradición judía que quiere que Dios conceda a su pueblo un nombre
correspondiente a su naturaleza espiritual para poder llamarle a la
fidelidad y a la conversión. Paralelamente, Pablo define a los corintios
como hombres carnales, niños en Cristo, sintiendo no poder
hablarles como hombres espirituales. Considera su fidelidad
inmadura como disconforme con el espíritu de Cristo. Las palabras de
Pablo son bruscas, porque el comportamiento de los corintios contrasta
poderosamente con la grandeza y el origen divino de su vocación
cristiana, ya que son templo de Dios donde habita el Espíritu de Dios.
Pertenecen a Cristo y recibirán todo en él. Esta comporta una misión:
con Pablo, deben haber conocido el misterio escondido desde siglos;
deben anunciar este misterio proclamando la gran acción redentora de
Dios en Cristo y aportando su testimonio de vida transformada. Las
divisiones en Corinto estaban vinculadas a los conflictos sobre la
acogida de la predicación de los Apóstoles. Se puede ver aquí el
preludio de las divisiones que, a lo largo de la historia, han herido
nuestra unidad en Cristo edificada sobre la fe de los Apóstoles. La
pregunta de Pablo es siempre actual: ¿Cristo está dividido? La
madurez espiritual significa, en parte, saber recuperar y encarnar la
unidad que se nos ha dado en Cristo. ¿En qué medida nuestra desunión
dimana del hecho de que no hemos alcanzado una cierta madurez en la fe?
¿De qué manera nuestra desunión nos impide proseguir la misión de
salvación y reconciliación de Cristo en un mundo desgarrado y afligido?
Oración
Dios de misericordia, tú nos llamas constantamente a una mayor
madurez espiritual. Tú quieres que seamos tuyos. Abre nuestros corazones
y nuestro espíritu a la grandeza de tu llamada y ayúdanos a perseverar
en el camino de la unidad – en comunión con Pablo, Apolo y Cefas –
proclamando y comprometiéndonos en el servicio de tu obra redentora en
el mundo. Amén.
Día 2, Dios Da El Crecimiento (1 Corintios 3:5-9).
Escritura
Génesis 1:26-2:9, El Señor Dios planta un jardín en Edén.
Salmo 104:24-31, Tú renuevas la faz de la tierra.
Romanos 8:14-25, Pues la ansiosa espera de la creación desea
vivamente la revelación de los hijos de Dios.
Lucas 8:4-15, Estos son los que, después de haber oído, conservan la
Palabra... y dan fruto con perseverancia.
Meditación
Para hablar a las gentes de Corinto Pablo utiliza la imagen,
familiar, de la plantación y del crecimiento. Es una imagen que está
tomada para ilustrar directamente la acción de Dios y suscitar
colaboradores en su obra. Como los corintios, también nosotros estamos
invitados a ser instrumentos, servidores, administradores fieles que
deben rendir cuentas del cumplimiento de este servicio. Es un cargo
importante realizar este servicio y estar investido de la
responsabilidad del trabajo que se realiza para la gloria de Dios.
Debemos ofrecer nuestras cualidades a Aquél a quien servimos; poner
nuestras competencias sobre el único cimiento que es Cristo, para
construir un edificio al servicio del amor. Dios ha creado bueno a este
mundo. Lo vemos en el primer capítulo del Génesis. Los hombres no
supieron cumplir su papel. Hemos destruido el mundo perfecto de Edén.
Por ello, estamos llamados a un servicio de sanación en el mundo. Este
servicio nos une. Comporta numerosos aspectos que superan las barreras
confesionales y culturales. El mundo está herido, como el samaritano que
bajaba por el camino de Jerusalén a Jericó. No debemos tener miedo a
abordar lo que está destruido en nuestro mundo. Dios quiere sanarlo
mediante nosotros. La creación espera con impaciencia la sanación que
procede de Dios. En la búsqueda de la unidad, los cristianos pueden
intercambiar sus propias experiencias para demonstrar que más allá de
"Pablo y de Apolo" están los que son de Cristo. Él sólo les puede hacer
crecer en el amor del Padre, al servicio del Espíritu de santidad y de
unidad que quiso salvar al mundo.
Oración
Oh Dios, te damos gracias por la confianza y la bendición que
concedes a los que trabajan por la llegada de tu Reino en este mundo.
Ayúdanos a descubrir nuevas posibilidades para manifestar tu acción al
servicio de los que nos rodean; que sirvamos, más que buscar ser
servidos, y que tu poder de sanación actúe en nosotros. Consérvanos
unidos como una sola familia de tu Hijo único, haznos administradores
fieles de tu creación, para que en los hombres y mujeres, en los
pequeños y grandes, en las cosas y las personas Tú seas reconocido vivo
y verdadero, salvador y creador de todo. Amén.
Día 3, Cristo Es El Único Cimiento (1 Corintios 3:10-11).
Escritura
Isaías 28:14-16, He aquí que yo pongo por fundamento en Sión una
piedra elegida, angular, preciosa y fundamental.
Salmo 118:16-24, La piedra que los constructores desecharon en piedra
angular se ha convertido.
Efesios 2:19-22, Jesucristo es la piedra angular.
Mateo 7:24-27, (La casa) no cayó porque estaba cimentada sobre roca.
Meditación
En Cristo, Dios ha colocado, por obra del Espíritu Santo, el cimiento
común de todos los bautizados. Los cristianos pueden afirmar su fe en
Cristo, único cimiento sobre el que se edifica la Iglesia de Dios.
Puesto que nadie puede poner otro, los cristianos confiesan juntos lo
que Dios ha realizado en Cristo, que es el cimiento sobre el que está
edificada su fe. Esta convicción es fuente de gratitud y de humildad. En
su esfuerzo de cimentarse en este único fundamento, los cristianos deben
hacer frente continuamente a las voces que contradicen y rechazan a
Cristo. En estas circunstancias, los cristianos están llamados a ser
como la levadura de la sociedad, confiados en la ayuda de la gracia de
Dios. De este modo, ante las pruebas, jamás deben vacilar. Como Jesús ha
sido rechazado, sus discípulos deben dar testimonio en el mundo, lo que
otros estiman como inútil. Apoyándonos en el cimiento que representa
Cristo y su doctrina, podemos afrontar los desafíos de la sociedad
contemporánea. Los cristianos están convencidos de que edificar sobre el
cimiento sólido y común, que es Cristo, significa trabajar juntos, desde
un mismo punto de partida y mirando hacia un mismo fin, es decir, la
unidad de todos los discípulos de Cristo. Lo que Jesucristo previamente
representa para nosotros de modo único y profundo, es el carácter de
toda actividad que emprendemos juntos o separadamente. La fuerza del
amor de Cristo nos llena de esperanza de que todo lo que realizamos en
su nombre está destinado a perdurar y a continuar en medio de las
dificultades, ya que Cristo es el principio y el fin.
Oración
Señor Dios nuestro, por obra del Espíritu Santo has establecido en
Cristo el único cimiento sobre el cual está edificada la Iglesia. Te
damos gracias por lo que has hecho por nosotros en Cristo. También te
damos gracias por haber sostenido constantemente a la Iglesia contra
toda tentativa que pretende su destrucción. Ayúdanos por tu gracia a
construir sobre el cimiento que tú has puesto en Jesucristo nuestro
Señor. Amén.
Día 4, Que se Edifique sobre este Único Cimiento (1 Corintios
3:12-13).
Escritura
Nehemías 2:17-18, Vamos a reconstruir la muralla de Jerusalén.
Salmo 127, Si Yahveh no construye la casa, en vano se afanan los
constructores.
1Corintios 12:4-11, Hay diversidad de carismas, pero el Espíritu es
el mismo.
Mateo 20:1-16, Un propieterio... salió... a contratar obreros para su
viña.
Meditación
Cristo es el don de Dios para el mundo. En Él se manifiestan la
salvación y la reconciliación de la humanidad entera. Él es el cimiento
y la fuente de la vida nueva que Dios nos ha dado. No tenemos ninguna
necesidad de aportar a lo que es suyo. Sin embargo, ello no significa
que debemos quedar pasivos e indiferentes. Pablo nos exhorta a edificar
sobre los cimientos. Subraya cuál es nuestra vocación y cómo debemos
responder. Estamos llamados a tomar parte en la obra de renovación que
Dios ha originado y a trabajar en su causa. Dios nos ha dado diferentes
carismas (1 Corintios 12). Debemos utilizarlos con una sola finalidad:
glorificar a Cristo y la fuerza de su paz. Mediante nuestro trabajo
debemos testimoniar el amor de Dios y nuestra unidad en Cristo. Si se
tiene en cuenta la historia de las iglesias, se percibe que no todo lo
que está hecho en nombre de Cristo está hecho necesariamente "a imagen
de Cristo." A veces, Cristo y su reconciliación han sido eclipsados por
la arrogancia, las divisiones y la lucha por el poder. "Edificar la
Iglesia" no significa levantar unos contra otros barreras confesionales,
o todavía edificar nuestros propios "monumentos". Hoy día, las iglesias
deben enseñar a construir puentes y a colaborar. De este modo, darán
testimonio de esperanza y fruto de su unidad en Cristo. El cimiento
común que tenemos en Cristo nos hace ser hermanos y hermanas. Es la base
sobre la que se edifica la única y verdadera Iglesia de Cristo, llena de
amor por los pobres, los marginados, y los que confían en Dios y en la
esperanza de la llegada de su Reino. La reconciliación de Dios nos
compromete a todos, como personas y como iglesias, a ser piedras vivas
de nuestra unidad en Cristo. De este modo nuestro cimiento en Cristo
aparecerá siempre de modo más evidente.
Oración
Señor, te damos gracias por el don único de vida y de paz que nos has
dado mediante tu Hijo Jesucristo. Nuestras iglesias recibieron de ti
abundantes y diversos dones. Ayúdanos a ver esta diversidad como un
enriquecimiento que nos permita edificar tu morada en el mundo. Haz que
podamos mostrar lo que salva nuestra unidad y nos ayudará a llevar tu
amor a los hombres y a las mujeres entre los cuales vivimos. Amén.
Día 5, Dios Juzga Nuestros Esfuerzos de Constructores (1 Corintios
3:13-15).
Escritura
Génesis 4:2-10, ¿Soy yo acaso el guarda de mi hermano?
Salmo 51:1-4,9-13, Contra ti, contra ti solo he pecado.
Filipenses 2:1-5, Considerando cada cual a los demás como superiores
a sí mismo.
Mateo 25:14-30, Un hombre... llamó a sus siervos y les encomendó su
hacienda.
Meditación
Dios eterno ha querido y manifestado que los hombres participen con
él en la obra que se realiza en el mundo. Aunque el único cimiento,
Jesucristo, ha sido puesto, nosotros debemos seguir asumiendo nuestro
deber de constructores. Explicando esto a los Corintios, Pablo insiste
igualmente sobre el hecho de que Dios somete a prueba lo que nosotros
construimos: se debe asumir que somos buenos constructores. Nuestra
salvación no depende de nuestras obras, pero nosotros seguimos siendo
responsables de nuestras acciones ante Dios. Para Pablo todo era función
del fuego purificador del juicio final que estimaba como inminente. En
lo que nos afecta, estamos siempre en alerta – cada oportunidad podría
ser efectivamente la última – y comprendemos que seremos juzgados de
acuerdo con el buen uso que hayamos hecho de los dones que Dios nos ha
concedido para edificar su reino. Todos somos responsables de nuestros
actos comunes ante Dios y ante el prójimo. Las iglesias también son
responsables las unas hacia las otras en la búsqueda de la unidad. Son
como los servidores de la parábola a quienes el dueño encomienda sus
bienes y les exige el buen uso de los mismos. Todos hemos recibido un
tesoro: la frágil vida de nuestro planeta, de los hermanos y hermanas
que asumen en todo el mundo la buena nueva del Evangelio a proclamar.
Sus dones son concedidos a la asamblea del pueblo de Dios y son para
nosotros una oportunidad de compartir con los demás, de aprendizaje de
nuestros logros y de nuestros fracasos. Y nuestra capacidad de obrar
bien y edificar juntos está todavía hoy sometida a prueba.
Oración
Señor, que viniste entre nosotros mediante tu Hijo Jesús y te
manifestaste mediante personas fiables: tú te mostraste ante nuestros
ojos como un Dios vulnerable. Te damos gracias por la confianza que
pusiste en el servicio y en el trabajo que nosotros desempeñamos para
edificar tu reino. Haz que nosotros estemos atentos a tu voluntad y a tu
deseo, e ilumínanos para que podamos ver las necesidades de las personas
que nos rodean. Haz que seamos capaces de aprender los unos de los otros
para estar unidos en nuestra responsabilidad mutua y consagrados al
servicio de tu reino. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
Día 6, Vosotros Sois Templo de Dios (1 Corintios 3:16-17).
Escritura
Génesis 1:26-27, Creó, pues, Dios al ser humano a imagen suya.
Salmo 8, ¿Qué es el hombre para que de él te acuerdes?
1 Pedro 2:9-10, El pueblo de Dios.
Mateo 16:24-27, Si alguno quiere venir en pos de mí.
Meditación
La pregunta de la identidad no es un tema nuevo. Los seres humanos
siempre han estado tentados de comprender y vivir lo que ellos
verdaderamente son y se les ha prohibido ser. Hoy día, cuando vivimos en
un mundo que se caracteriza por los constantes cambios y un pluralismo
difuso, la búsqueda de una identidad propia llega a ser una cuestión de
importancia creciente. Estamos enfrentados a este problema no solamente
como personas, sino también como comunidades e iglesias. Intentamos
encontrar nuestra propia identidad en lo que nos distingue de los otros
y nos hace ser únicos. Lo que decía el apóstol Pablo hace dos mil años a
los Corintios es válido en nuesttros días. Debemos tratar el problema de
la identidad bajo otra perspectiva: no somos más "especiales" porque
somos diferentes los unos de los otros, sino porque hemos recibido el
don del Espíritu Santo, un don que está presente en todo ser humano en
cuanto que hemos sido creados a imagen de Dios. Somos el templo de Dios,
sagrado y digno. Ninguna persona tiene el derecho de destruirlo. Estamos
con los que Dios quiso que estubieran con él, un lugar donde mora su Espíritu
de bondad. Dios quiere entrar en comunión con nosotros, lo que indica y
exige que nosotros estemos en comunión unos con otros. Dado que esta
llamada a la comunión va más allá de los límites de nuestras comunidades
cristianas, el escándalo de nuestras divisiones en cuanto iglesias
cristianas se intensifica y exige de manera imperativa que nosotros las
superemos. Las diferencias son parte también de nuestra identidad
cristiana, ya que nosotros vivimos en situaciones y culturas diferentes,
somos hombres y mujeres, estamos marcados por nuestras experiencias
personales, particulares y por la historia de las comunidades en las que
vivimos. Aún así, aunque tengamos que afrontar desafíos o los talentos
que hayamos recibido, estamos unidos por el Espíritu Santo que nos
concede el don de vivir como Dios desea y como nos ha revelado en
Jesucristo: santos, capaces de ofrecer nuestro amor y de recibirlo de
otros.
Oración
Dios eterno: tú has creado el cielo y la tierra; tú has creado el ser
humano a tu imagen concediéndonos a cada uno de nosotros una identidad y
una dignidad propias. Te damos gracias por el don de la vida, de esta
vida que nos une a ti y a tu creación. Ayúdanos, en cuanto cristianos y
en cuanto iglesias, a recibir este don en toda su plenitud para que
podamos superar todo lo que estorba o reduce tu don de vida. Llénanos de
tu Espíritu de bondad para que podamos crecer en Cristo y llegar a ser
su imagen en el mundo. Amén.
Día 7, La Vida en Cristo: Locura y Sabiduría (1 Corintios 3:18-20).
Escritura
Job 32:7-33, Es el espíritu de Šadday lo que nos hace inteligentes.
Salmo 14:1-7, Se asoma Yahveh desde los cielos... por ver si hay un
sensato, alguien que busque a Dios.
1 Corintios 1:17-30, Lo que es locura para el mundo, Dios lo elige
para confundir a los sabios.
Mateo 10:17-25, El Espíritu de vuestro Padre el que hablará en
vosotros.
Meditiación
La democracia y la libertad nos aportan muchas ventajas, pero también
tensiones. Esto es verdad para los individuos y para las iglesias. En
los países de antigua tradición cristiana, las iglesias muchas veces han
sido tentadas por un deseo de poder o un uso incorrecto del mismo. En
consecuencia, su testimonio ha sido revelado sin transmitir la palabra
de Dios sino sus concepciones humanas. Todavía hoy podemos estar
tentados de apoyarnos en las relaciones del poder y en las ventajas que
puede aportar la pertenencia a una mayoría, sin apoyarnos en los debates
de nuestra sociedad, muchas veces vacíos. Y en cuanto iglesias, hemos
recibido el mandato de testimoniar lo que es un cimiento común para la
vida del mundo, a saber, Jesucristo y su palabra, que nada ni nadie
puede cambiar. Los profetas han subrayado que lo que ellos proclamaron
no fueron sus propias palabras, pensamientos o posiciones, sino una
palabra recibida de Dios. Job comprendía que la búsqueda de la sabiduría
se originaba más allá de sus fuentes, en el soplo de Dios. El apóstol
Pablo se apoyaba en esta sabiduría para proclamar ante todos a
Jesucristo crucificado. Por el mensaje, el evangelio de Cristo
crucificado, Pablo pasaba como un loco a los ojos de los sabios de su
tiempo. Escribió a los Corintios que la sabiduría de Dios es oferta de
salvación "por la locura de la predicación": Cristo crucificado. La
palabra de la cruz nos ha sido confianda también a nosotros, los
cristianos de hoy. Entre nuestras iglesias separadas por la locura de
los hombres, la acogida de la unidad puede parecer un proyecto insensato:
en el corazón de un mundo dividido, herido por las guerras y la
violencia, la búsqueda de la paz y de la reconciliación queda como la
única sabiduría. A la luz de la cruz se está dibujando aquí el cimiento
de nuestro testimonio común. Con Cristo, Dios se inclina hacia la
humanidad y nos envía hacia los que le buscan por este anuncio: el
camino de la vida pasa por Cristo crucificado y resucitado.
Oración
Dios, lleno de sabiduría y verdad, tú nos hiciste conocer la locura
de tu amor cuando los hombres han crucificado a Jesús tu Hijo único, y
cuando tú lo resucitaste como Cristo, hemos conocido tu inmensa
sabiduría. Te rogamos: mantennos en el seguimiento de tu Hijo en el
camino de la vida. Concédenos proclamar la buena nueva de la salvación
por la cruz de Jesucristo que da testimonio de la vida para todos. Que
tu Iglesia hoy permanezca fiel a Aquél que es el cimiento y que ella
abra a todas las naciones la sabiduría de tu Espíritu. Amén.
Día 8, Ustedes Son de Cristo (1 Corintios 3:21-23).
Escritura
Isaías 44:1-8, Yo soy el primero y el último.
Salmo 89:1-4, Cimentado está el amor por siempre, asentada en los
cielos mi lealtad.
Apocalipsis 4:1-11, Adoraban al que vive por los siglos de los siglos.
Marcos 9:33-35, Si uno quiere ser el primero, sea el último de todos.
Meditación
Pertenecemos a Cristo. Somos de él. Sobre esto se funda nuestra
unidad: por el bautismo Cristo nos ha incorporado a él mismo y nos ha
hecho una cosa con él. La unidad que compartimos en Cristo es mucho más
grande que todas las diferencias, del pasado y del presente, que dividen
hoy nuestras iglesias. Por nuestra pertenencia a Cristo nos pertenecemos
unos a otros y somos responsables los unos de los otros. Por ello,
Cristo nos llama a construir juntos su cuerpo, ques la Iglesia, como
compañeros de trabajo y servidores fraternos. Los cristianos y las
iglesias están llamados a vivir y obrar juntos, como tales hermanos, en
testimonio de su fe y en su servicio en favor de las personas
necesitadas. Las divisiones, los desacuerdos, las querellas y las
disputas que nacen de las personas, todas estas fracturas rechazan no
solamente a nuestros hermanos y hermanas en Cristo, sino al mismo Cristo.
Como templo de Dios, la Iglesia es un lugar de oración común y la más
poderosa expresión de nuestra común pertenencia a Cristo. Cada oración
es una victoria sobre nuestras divisiones y celebra la unidad que
tenemos realmente en Cristo. Nos unimos a todos aqellos que -- poco
importa el lugar y la época -- pertenecen o han pertenecido a Cristo y
en espíritu han venerado al Señor. No siempre actuamos conforme a la
unidad que Cristo nos concedió. Cuando no podemos orar juntos,
particularmente en torno a la mesa del Señor, nuestra desunión es
evidente por todos. Todas las iglesias sin excepción tienen todavía
mucho que "construir." Porque somos de Cristo, somos de Dios. Pablo
afirma con valentia: "todo lo que existe es de ustedes." Con nuestros
compañeros de trabajo y con nuestros hermanos en el servicio nuestra
vida y nuestras acciones son parte del plan de Dios para toda la
creación. Dios cumple su obra en el mundo para salvación y sanación de
los que sufren, para reconciliación de los que están en guerra, para
renovación de toda la creación. Dios nos juzga igualmente: sabemos que
lo que edificamos está sometido a prueba y que el balance final de
acuerdo con nuestras acciones se pondrá de manifiesto. Sabemos que
nuestro juez será Dios, que es vida y bondad. Alabamos a Dios y le damos
gracias por las riquezas de la creación y por la redención que nos ha
concedido por su Espíritu que nos une en Cristo. Que podamos ofrecer
nuestra edificación común de la Iglesia de Cristo, nuestra búsqueda de
la unidad como alabanza para gloria de Dios.
Oración
Señor, Dios de bondad, te damos gracias por habernos hecho uno en
Cristo. Fortalece nuestra imaginación y nuestro coraje para que podamos
construir juntos tu Iglesia en la unidad y en el amor. Haz que nuestras
vidas y la vida de nuestras iglesias sean un testimonio de tu amor para
nosotros y para la creación entera. Señor, concédenos desde ahora la
unidad. Amén.
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